Ixión, hijo de Flegias, el rey lapita, acordó casarse con Día, hija de Deyoneo. Después de invitar a Deyoneo a un banquete, preparó una trampa delante del palacio bajo la cual ardía un gran fuego de carbón en el que el confiado Deyoneo cayó y se quemó. Zeus, que solía ponerse tan mal como él cuando estaba enamorado, no sólo purificó a Ixión, sino que le invitó a comer a su mesa.
Ixión era un desagradecido, y planeó seducir a Hera; pero Zeus, adivinado sus intenciones, formó con una nube a una falsa Hera, llamada Néfele, con la que Ixión, demasiado ebrio ya para darse cuenta del engaño, tuvo relaciones. Fue sorprendido, entretanto, por Zeus, quien ordenó a Hermes que lo azotara despiadádamente y lo atara luego a una rueda de fuego que daba vueltas sin cesar por los cielos.
La falsa Hera le dijo a Ixión un niño inútil llamado Centauro, de quien se dice que, cuando llegó a la edad viril, engendró centauros equinos en yeguas magnesias, de los cuales el más célebre fue el sabio Quirón, educador de Aquiles.
En la Edad Media y en la época moderna, Ixión es la personificación de uno de los pecados capitales, Luxuria, la lujuria. A menudo se le representa en combinación con Sísifo y Tántalo.
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